El hombre percibe la tarea como un desafío. Para él, hacer el trabajo es una ocasión para autoafirmarse. Cuanto más importante es la tarea que recibe y cuanto más rápido y más exitosamente la realiza, más alto asciende en la escala jerárquica. Ni siquiera le importa que esta escalera y este próximo paso conquistado estén solo en su cabeza.
Para una mujer, la importancia de la tarea no es significativa. Para ella lo principal es cumplirlo cualitativamente y a tiempo. Al mismo tiempo, como lo han demostrado las encuestas a los psicólogos, la motivación para una mujer es más a menudo la renuencia a liderar colegas o decepcionarlos en sí mismos. Sin embargo, por extraño que parezca, las mujeres más emocionales son menos dependientes de sus emociones en el trabajo. El mal humor o el fracaso no pueden sacarlos de la rutina. Al mismo tiempo, para un hombre esto puede ser una excusa para posponer y posponer el trabajo por un tiempo indefinido.
La forma de mantener una conversación de negocios también es diferente en ambos sexos. Inconscientemente, los hombres "etiquetan" su territorio incluso en una conversación. Su tarea principal es hacerse escuchar. No les gusta hacer preguntas que se perciben como una manifestación de debilidad y, por lo tanto, les gusta mucho responderlas. Para las mujeres, la conversación empresarial y la aclaración de los problemas de producción son un ritual, una herramienta para la toma de decisiones. No dudan en preguntar y aclarar lo que no entienden para evitar discrepancias.
El resultado de este enfoque de discusión es que los hombres a menudo toman decisiones precipitadas y arriesgadas, mientras que una opción femenina , aunque más duradera, garantiza un mayor porcentaje de éxito. Si tiene éxito, un hombre tiende a atribuirlo a su participación en un proyecto general, una mujer preferirá decir "nosotros", informando sobre la finalización exitosa del trabajo.
Pero tal diferencia en el comportamiento, por el contrario, contribuye al hecho de que los colectivos mixtos son capaces de realizar el mismo trabajo de manera más efectiva y cualitativa que aquellos que solo consisten en hombres o mujeres. El enfoque masculino y femenino del negocio se complementan entre sí, lo que permite compensar las deficiencias de un mérito del otro.